Como hoy no lavo los platos ni limpio el baño...

Desde buena hasta tierna, te puede pasar de todo. Más si sos boluda en el medio. Les voy a escribir de mi vida y de mis epifanías literarias. Nada tiene sentido

martes, 20 de noviembre de 2012

Síndrome de Lisa

Algo me pasó hace dos fines de semana, algo que no entendía en el resto de las personas y que ahora si comprendo y adhiero. Formé parte de la adorada celebración de la coronación en la cadena alimenticia siendo invitada a comer un lechón asado en la casa de una familia amiga. Cabe destacar que nunca fui fanática de la carne, no comía casi carnes rojas a menos que estén bien condimentadas como para tapar el gusto, odio el pescado y sólo comía pollo porque era casi lo más sano de ingerir. El caso es que llegué a este lugar, adornado con la emoción machista de asar a un animal, sacarle fotos, pincharlo... y mi cerebro hizo un gran click. Lo vi, pobrecito, calcinado, con la boca abierta demostrando el esfuerzo hecho en sus últimos minutos de vida por emitir un grito súbito, o exhalar el último suspiro, y no tuve compasión. No tuve compasión por el ser humano desde ya, porque no encontré razón por la que un ser vivo debiera ser asesinado para terminar en el estómago de un par de barrigones borrachos. Y esa imagen, de su cabeza cortada, quemada, sus ojos abiertos me quedó en la cabeza hasta el día de hoy. No entiendo, ¿cómo una persona puede ver el gesto de algo morirse, más que de su propia alma? Algo que en ningún modo le pertenece, algo que nunca lo afectó, nunca lo hirió ni lo molestó ni impidió su supervivencia... Yo sé que si estoy desolada en una isla probablemente me coma a Jhonny Deep,así como personas en África deben comer lo primero que se les cruce, pero no estoy así, me sobra la comida y no quiero ser superior a ninguna especie sólo por poder comérmela. Bueno, y eso, creo que ahora soy vegetariana. Me la agarraré con las plantas hasta que también considere injusto comerlas y muera de hambre.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Tu sublime sudoración / Tan perlada / Tan etérea y perfumada / De loto y jazmín / Los puñales del sol / Cortaban tu piel y formaban / Cráteres de oro, / Nebulosas ínfimas / En las pupilas de tus ojos / Y en el cabello / Enceguecía el fuego / Que te consumía / Y te veías / Tan perlada / De la sublime sudoración / De lo fugaz.