Como hoy no lavo los platos ni limpio el baño...

Desde buena hasta tierna, te puede pasar de todo. Más si sos boluda en el medio. Les voy a escribir de mi vida y de mis epifanías literarias. Nada tiene sentido

domingo, 1 de junio de 2014

Cosas que aprendí a hacer para transitar la ansiedad- Parte II

Perdonen, pero estoy tan ansiosa que tengo que escribir la segunda parte de este post. Estoy tan ansiosa que me gustaría que me regalasen siete rosarios enredados para desanudar. Estoy tan ansiosa que quisiera que me tomen un examen para el cual estudié de más y tener una hora y media para quedarme colgada mirando el techo y recién escribir 5 hojas en los últimos 10 minutos. Tengo tanta ansiedad que me trenzaría toda la cabeza mirando capítulos de alguna serie. Estoy tan ansiosa que te limpiaría toda la casa si me invitás ahora a tomar mates. La ansiedad es tan alta que podría hablar dos horas ininterrumpidas sobre lo que quieras aunque no sepa nada al respecto. Estoy tan ansiosa que hablaría sola y me respondería a mí misma todo lo que no sé. Tengo tan alta ansiedad que estoy planificando cómo conseguir algo que todavía no existe. Que quiero planificarme todo el año próximo y hasta qué tipo de ropa tendría que usar el resto del mes. ¿Saben qué hacen las ansiosas en clase? Preguntas idiotas, relaciones inconexas, datos curiosos que no van al tema, observaciones desubicadas, van a buscar agua para el mate, lo ceban y lo limpian y te hacen cualquier favor que quieras siempre.  ¿Saben qué hacen las ansiosas si las invitan a cenar? Comen rápido y rompen servilletas de papel, toman rápido y probablemente se den cuenta de que están ebrias un poco tarde. ¿Saben qué hacen las ansiosas cuando escriben? No planifican, no corrigen, no releen, las manos se mueven siempre solas. ¿SERÁ LA ANSIEDAD LA QUE ESCRIBE O YO?

Cosas que aprendí a hacer para transitar la ansiedad -Parte I

La historia de mi vida, la medida de mi tiempo y la maquinación de mi cerebro, todas, se relegan a la ansiedad. Yo la siento todo el tiempo, no sé ustedes (nunca pregunté ni recolecté datos de si esto es normal o no) pero para mi es un estado permanente de mi ánimo. Hay días buenos y malos, obvio, como con todo, y los buenos desde ya son los mejores y los malos... los malos aprendí a transitarlos.
¿Pero es mala la ansiedad? Bueno, no es tan mala como el vino picado o la resaca de licor de huevo, bah, para mi ni siquiera es mala. Es una amiga ya, aprendí a tratarla con amor y a respetarla cuando aparece como loca a la mañana o cuando antes de una cita me sobran 30 minutos. La ansiedad me enseñó muchísimas cosas, entre ellas muchos hobbies que desconocía porque bueno, soy tan ansiosa que generalmente no llego a concretarlos:

- La pastelería: batir huevos a punto nieve a mano te saca el alma y te transforma en fisicoculturista sólo de brazo derecho.
- La lectura: aprendí a no leer la última página de cada libro que empiezo. Después de autocagarme el final de varios.
- La pintura de cajas: tengo 3456789 cajitas de madera anidando bichos, que nunca terminé de pintar pero algún día tendré que tirar a la basura.
- Tejido de pulseras: pasé horas, cantidad ilimitada de horas en una semana, mirando series y haciendo pulseras para toda mi familia y kiosqueros y barrenderos y animales.
- Lectura de cuentos infantiles: cambio de voces, canto, hago gestos, asusto. Termina y lo quiero leer de nuevo a pesar de que suelo generar terror en las caras de mis alumnos.
- Deporte: me obsesiono y termino lesionada, no hay caso.
- Manicuría: me mordí las uñas, los dedos, las cutículas. A falta de quitaesmalte me sacaba la pintura con los dientes.
- Conducción vehicular / karaoke urbano: Si me cruzan no se asusten. Y ya sé que no canto bien, pero es mi auto, aguanten.
- La docencia: quiero dar 2345678 contenidos y termino reduciendo absolutamente todo.
- Aprendí también, después de un par de relaciones, que no hay que apurar a nada ni a nadie si no querés quedar destrozada contra la cama por varios días. Y si te puede chupar un huevo todo, siempre es mejor.
- Aprendí también que siempre es mejor ir a comerte un churro afuera de la panadería antes que putear a alguien porque hizo algo mal. Aprendí también que es mejor comer una masita de agua o tomar mate por cada churro que necesite, cosa de evitar la obseidad mórbida.

Moraleja: la desconozco todavía, ya que mi historia con la ansiedad no terminará nunca, pero sé que si le tocás la cola con cariño, seguro que va a ser más gauchita.