Como el sigiloso pasar de la gatita gris que vive en mi casa, bailando el lago de los cisnes en un charco; sin entender yo cómo llegar al tope de la cascada para luego tirarme y gritar ¡MIERDA! con el mayor de los placeres, incluso mayor que eructar luego de tomarse un litro y medio de "la bebida negra".
Pero ellos no entienden ni quieren entender, porque no llegan a vislumbrar la luz, porque atrapados bien al fondo del hormiguero, ni se dan cuenta de que una palomita les defecó el ojo...
Como cuando vos me entendés, ¿viste? Yo no sé que más decir y me quedo pensando, ni te miro, y no pasa nada... ¿Cómo que no pasa nada? Ese vacío me lo degusto con el mayor de los placeres, como el único placer de conseguir llegar a la última linea del libro más largo, y que nadie toque la puerta...
Si cuando nos vamos a dar una vuelta por la orilla no queremos tocar el agua, o directamente nos sumergimos en ella sin más preámbulos, pensando que el mar nos va a tragar, no hay linea de espuma que nos contenga ni equilibre... Y todos creen que tienen el mapa de esa autopista, y les parece que preguntando saben dónde tienen que doblar, pero esas rutas las hizo el hombre y "el hombre elabora respuestas para ajustarse al medio, lo que denominamos proceso de adaptación", y si yo no quiero adaptarme, no puedo...
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